En la antesala de la invasión rusa de 2022, EE.UU. y Reino Unido hicieron algo sin precedentes en la historia moderna: usaron inteligencia como herramienta abierta de diplomacia y disuasión. Filtraron datos, expusieron planes, anticiparon operaciones psicológicas y desarmaron la narrativa rusa antes de que la guerra comenzara. Este artículo reconstruye cómo nació esta “diplomacia de inteligencia”, por qué funcionó en el plano internacional, dónde falló y por qué inaugura un nuevo modo occidental de gestionar crisis en el siglo XXI. Por Max L. Van Hauvart Duart.

Kiev asegura haber dañado gravemente un submarino diésel-eléctrico de la Flota rusa del Mar Negro utilizando un dron subacuático “Sub Sea Baby”. Moscú niega la versión ucraniana y afirma que el ataque fracasó.

El 5 de diciembre arribaron a la Argentina los primeros seis cazas F-16 adquiridos a Dinamarca, marcando un hito para la Fuerza Aérea y el inicio de una nueva etapa en la recuperación de capacidades militares.

La irregularidad fue constatada por el patrullero oceánico ARA “Almirante Storni”, con apoyo de un avión P-3 Orion, en el marco de la operación Mare Nostrum VI.

Croacia firmó un acuerdo para adquirir 44 tanques Leopard de última generación por USD 1.800 millones, con financiación facilitada por la Unión Europea en el marco de la iniciativa SAFE.

El líder del Partido Republicano se impuso con el 58% de los votos frente a la comunista Jeannette Jara y asumirá el 11 de marzo.

Ucrania intensificó su campaña contra la flota fantasma de Rusia con nuevos ataques a un petrolero sancionado en el Mar Negro y, por primera vez, a una plataforma en el Mar Caspio.

Londres informó el martes el fallecimiento de un miembro de sus fuerzas armadas durante una prueba de una nueva capacidad defensiva realizada por tropas ucranianas.

Mientras la atención mediática global se concentra en Europa y el Indo-Pacífico, la región austral experimenta un proceso de militarización, competencia por recursos y operaciones de inteligencia que reconfiguran su importancia geopolítica. Reino Unido, China, EE.UU. y Argentina juegan una partida estratégica cuya profundidad sólo puede comprenderse a través del mar. Por Max L. Van Hauvart Duart.

Argentina busca reinsertarse en el mercado global de la energía nuclear a través de una serie de proyectos estratégicos impulsados por el gobierno nacional. Sin embargo, aún deben superarse algunos obstáculos clave.

Por primera vez en dos décadas, la Argentina redefine su doctrina de inteligencia con un documento que reorganiza el sistema y revela cómo el país busca posicionarse frente a un mundo marcado por la competencia geopolítica, las tecnologías de frontera y las nuevas formas de conflicto híbrido. Este artículo analiza los lineamientos de la Política de Inteligencia Nacional 2025, sus implicancias estratégicas y el giro conceptual que propone el gobierno. Por Max L. Van Hauvart Duart.

El Bundestag dio luz verde a una reforma que busca ampliar el tamaño de la Bundeswehr y garantizar los objetivos de preparación de la OTAN. La ley combina incentivos para el alistamiento voluntario con la posibilidad de activar un reclutamiento obligatorio si no se alcanzan las metas.

Según Reuters, Washington transmitió a sus aliados que espera que para 2027 los países europeos asuman la mayor parte de las capacidades convencionales de la OTAN. El mensaje, que generó preocupación del otro lado del Atlántico, coincide con señales de que la Casa Blanca prepara una reducción de tropas en Europa y busca reorientar el esfuerzo estratégico hacia el Indopacífico.

Washington aprobó una operación de venta de armamento a Canadá que incluye miles de bombas guiadas, kits JDAM y material asociado, por más de USD 2.600 millones.

La Antártida dejó de ser un vacío estratégico. Hoy es un tablero de competencia donde los actores prueban posiciones de inteligencia, logística y proyección futura. China, EE.UU., Rusia y potencias regionales como Australia y Reino Unido están aumentando su presencia científica, tecnológica y de forma indirecta militar. En este marco, Argentina enfrenta un dilema histórico: o se convierte en el actor central del Atlántico Sur y la puerta de entrada al continente blanco o pierde una oportunidad estratégica que no volverá a repetirse. Por Max L. Van Hauvart Duart.