Chile dio este domingo el giro político más marcado hacia la derecha desde hace 35 años. El conservador José Antonio Kast fue elegido presidente tras imponerse en la segunda vuelta electoral frente a la candidata oficialista Jeannette Jara, en una elección signada por la polarización y el descontento con el gobierno saliente.

Con más del 99% de los votos escrutados, Kast obtuvo cerca del 58% de los sufragios, frente a poco más del 41% de Jara, según datos oficiales del Servicio Electoral de Chile. La diferencia llevó a que la candidata del Partido Comunista reconociera rápidamente la derrota y felicitara al ganador, destacando que “la democracia habló fuerte y claro”.

El resultado consolida el ascenso de Kast en su tercer intento presidencial, luego de haber sido derrotado en 2017 por Sebastián Piñera y en 2021 por Gabriel Boric. Tras quedar segundo en la primera vuelta de noviembre, el líder republicano logró capitalizar el respaldo de la derecha tradicional y de sectores libertarios, además de absorber buena parte de los votos del economista antisistema Franco Parisi, que había cosechado cerca del 20% en la instancia inicial.

Un elemento importante de la jornada fue el voto obligatorio, que movilizó a millones de electores históricamente abstencionistas y permitió que Kast tuviera más apoyo, convirtiéndose en el presidente más votado, en términos absolutos, desde el retorno de la democracia. Por otro lado, el triunfo refleja el desgaste del gobierno de Boric y el descontento de numerosos sectores sociales ante la inseguridad, la inmigración irregular y la falta de resultados económicos.

En su primer discurso como presidente electo, Kast habló de un “mandato claro” para impulsar cambios profundos y prometió un “gobierno de emergencia” enfocado en el combate al crimen organizado, el orden público y la recuperación económica. Al mismo tiempo, advirtió que no habrá soluciones inmediatas y pidió paciencia y unidad frente a un escenario fiscal complejo.

Este lunes Kast se reunirá con el presidente Boric en el Palacio de La Moneda para iniciar el traspaso de mando. Con la asunción prevista para el 11 de marzo, Chile se encamina así a una nueva etapa política, marcada por un giro ideológico pronunciado y fuertes demandas de mayor seguridad.