El presidente de Francia, Emmanuel Macron, rechazó el nombramiento de Lucie Castets como Primera Ministra, propuesto por la coalición de izquierda Nueva Unión Popular (NUPES), a pesar de que esta última obtuvo la mayor cantidad de escaños en la Asamblea Nacional tras las elecciones del 7 de julio.
La tensión política en Francia ha sido una constante en los últimos años, alimentada por el creciente malestar en diversos sectores de la sociedad, incluyendo movimientos sociales, sindicales y los chalecos amarillos. Macron, consciente de esta inestabilidad, busca mantener su poder con una imagen fortalecida y cohesionada, lo que lo ha llevado a tomar decisiones estratégicas como el rechazo a Castets, que representa una amenaza para su visión centrista.
La candidata a Primer ministro, relativamente desconocida, es impulsada por el NUPES, que está compuesto por los partidos Francia Insumisa (LFI), el Partido Socialista (PS), los Verdes (EELV) y el Partido Comunista (PCF).
En los últimos días, el gobierno francés ha sostenido varias rondas de conversaciones con líderes de diferentes partidos políticos para seleccionar un Premier que sea aceptado por una amplia mayoría del espectro político, evitando alinearse con los extremos. Durante una de estas reuniones, que incluyó a figuras clave como Marine Le Pen, líder de Agrupación Nacional, el mandatario francés reafirmó su postura, declarando: «Mi responsabilidad es garantizar que el país no se bloquee ni se debilite».
La coalición de izquierda, que logró asegurar 193 escaños en la Asamblea Nacional, está significativamente por debajo de los 289 necesarios para una mayoría absoluta que les permitiría nombrar al Primer Ministro sin restricciones. Ante el rechazo de Macron, La Francia Insumisa (LFI), la facción más radical dentro de NUPES, ha exigido formar gobierno, aunque partidos de centro y de derecha han prometido bloquear cualquier intento en esa dirección.
El presidente ha argumentado que permitir que un partido de izquierda radical asuma el poder podría desestabilizar al país, una preocupación que ya había expresado tras las elecciones europeas, donde el partido de extrema derecha Agrupación Nacional obtuvo una victoria significativa. En este contexto, Macron está utilizando su influencia para evitar un giro radical en el gobierno, sugiriendo que cualquier intento de la izquierda podría poner en juego la estabilidad institucional de Francia.
Mientras Macron continúa con su movida agenda política, buscando consolidar su posición mediante negociaciones con diversos actores políticos, La Francia Insumisa ha calificado sus declaraciones como un «golpe antidemocrático inaceptable», advirtiendo sobre las consecuencias de ignorar el mandato popular.
Constitucionalmente la tarea de designar al Premier corresponde al jefe de Estado, pero en la práctica recae en la Asamblea Nacional Francesa. De este modo, la falta de consenso permite dilucidar una de las complicaciones del sistema semi-presidencialista francés, que es la dificultad de tener un gobierno efectivo sin mayorías consolidadas.