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Doctrina, Inteligencia y Decisión: A 58 años del modelo israelí frente a la amenaza regional (1967)

A 58 años de la Guerra de los Seis Días, su estudio continúa siendo fundamental para comprender la consolidación del sistema de defensa israelí, la evolución de su doctrina militar y la redefinición de su lugar en Medio Oriente.

Publicado el 5 de junio de 2025 por Sofía Kasirer
Doctrina, Inteligencia y Decisión: A 58 años del modelo israelí frente a la amenaza regional (1967)

Más allá del carácter relámpago del conflicto, lo ocurrido entre el 5 y el 10 de junio de 1967 representó un punto de inflexión: Israel no solo repelió una amenaza multilateral, sino que lo hizo aplicando una estructura de defensa forjada desde su nacimiento como Estado, y proyectando su poder más allá del plano estrictamente militar. Esta guerra transformó su posición estratégica, institucionalizó su doctrina de defensa y reforzó los principios fundacionales concebidos por David Ben-Gurion.

Escalada regional y autonomía táctica ante la amenaza

Durante mayo de 1967, el despliegue de tropas egipcias en el Sinaí, el bloqueo de los Estrechos de Tirán y los pactos defensivos entre Egipto, Siria, Jordania e Irak configuraron un escenario de inminente confrontación. La retirada de las fuerzas de paz de Naciones Unidas, exigida por el presidente Nasser, dejó a Israel aislado en el plano internacional. Las gestiones diplomáticas no ofrecieron garantías de seguridad, y en ese contexto, la decisión fue clara: actuar antes que ser atacados.

La ofensiva preventiva israelí del 5 de junio, que destruyó la aviación egipcia en tierra en cuestión de horas, no fue una acción improvisada. Fue la ejecución táctica de un sistema de defensa que había sido diseñado, estructurado y perfeccionado durante casi dos décadas. Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) demostraron entonces una integración excepcional entre inteligencia, comando y despliegue, producto directo de una doctrina que había sido formulada por Ben-Gurion en los primeros años de vida del Estado.

Cazas Mirage de la aviación israelí.

La doctrina Ben-Gurion como arquitectura estratégica de defensa nacional

La estrategia israelí no fue reactiva, sino estructural. Ben-Gurion había concebido una política de defensa basada en tres pilares: disuasión, alerta temprana y poder ofensivo. Para él, la defensa nacional debía pensarse en términos autónomos, ante la imposibilidad de confiar en un sistema internacional que garantizara la seguridad de los Estados pequeños. En ese marco, la defensa se transformó en una prioridad existencial para Israel: debía ser capaz de responder de inmediato a cualquier amenaza, sin depender de terceros.

Esa concepción no sólo se tradujo en reformas organizativas, sino en un modelo de planificación constante, formación técnica y adquisición de capacidades. A través del desarrollo de una fuerza aérea moderna, un aparato de inteligencia eficiente y un cuerpo de reserva capaz de ser movilizado con rapidez, Israel diseñó una estructura de defensa que permitiera trasladar la guerra al territorio del enemigo, minimizar las bajas propias y evitar conflictos prolongados.

La Guerra de los Seis Días validó, en el plano operacional, la coherencia de ese modelo. El ataque aéreo, la ofensiva terrestre simultánea en varios frentes —el Sinaí, la Franja de Gaza, Cisjordania y los Altos del Golán— y la ejecución precisa de los objetivos tácticos mostraron que las FDI no solo estaban preparadas para resistir: estaban preparadas para imponerse.

Soldados de las FDI durante la Guerra de los Seis Días.

La Guerra de los Seis Días como consolidación del poder operativo israelí

El impacto del conflicto fue inmediato. Israel, hasta entonces percibido como un Estado frágil y rodeado, demostró ser una potencia militar emergente con capacidad de decisión, coordinación y control territorial. Las victorias territoriales tuvieron un peso simbólico y estratégico: más allá del control geográfico, Israel consolidó un modelo defensivo exportable y replicable, que incorporaba inteligencia anticipatoria, ofensiva rápida y superioridad tecnológica. Israel reforzó una narrativa de legitimación basada en la necesidad de supervivencia, en la falta de alternativas diplomáticas viables y en la legalidad del uso de la fuerza ante una amenaza inminente.

La guerra de 1967 confirmó que el sistema de defensa israelí, aún joven, tenía la capacidad de adaptarse, improvisar y ejecutar acciones coordinadas en tiempo real. Como se indica en The evolution of Israel´s national security Policy, de 1990, las operaciones israelíes se estructuraron en tres fases: una etapa de defensa orientada al despliegue preventivo de inteligencia; una ofensiva táctica basada en ataques quirúrgicos; y una ofensiva de largo alcance que desarticuló las infraestructuras estratégicas de los países árabes.

Estas fases, integradas con precisión, le permitieron a Israel proyectar poder y disuasión durante las décadas siguientes. La doctrina de Ben-Gurion no sólo sobrevivió al tiempo: fue perfeccionada por generaciones sucesivas de líderes, que comprendieron que, en un entorno regional inestable, la seguridad no podía depender de la reacción, sino de la planificación.

Una mirada desde la historia y la identidad

Años después de la guerra, la entonces primera ministra Golda Meir reflexionó: «Si las fronteras del ´67 son tan sagradas, ¿por qué hubo una guerra en el ´67?» Su declaración hacía referencia a las fronteras previas a 1967, líneas que, pese a su fragilidad y limitación estratégica, jamás fueron reconocidas plenamente por los países vecinos. Para Israel, la defensa de su existencia no dependía del reconocimiento externo, sino de su capacidad interna de preservación.

La Guerra de los Seis Días, entonces, no fue solo una respuesta a una amenaza. Fue la culminación de un proceso doctrinario iniciado desde la fundación del Estado, un ejercicio de soberanía estratégica y un punto de inflexión que permitió a Israel consolidarse como actor geopolítico central en Medio Oriente. Su análisis sigue siendo imprescindible para comprender cómo un Estado pequeño, pero estratégicamente lúcido, transformó su vulnerabilidad en una doctrina de poder sostenida hasta el presente.

El 7 de octubre de 2023, esa misma arquitectura doctrinaria —basada en anticipación, disuasión y superioridad operativa— enfrentó su mayor crisis en décadas. El ataque terrorista perpetrado por Hamás desde la Franja de Gaza no solo dejó cientos de víctimas civiles, sino que desbordó los sistemas de alerta temprana y defensa fronteriza de un país históricamente preparado para escenarios convencionales de alta intensidad.

Lejos de invalidar los fundamentos del sistema construido tras 1967, el atentado obliga a repensar su capacidad de adaptación. Así como Israel forjó una doctrina eficaz frente al cerco regional de los años sesenta, hoy enfrenta el desafío de reforzarla aún más ante las persistentes amenazas terroristas; no se trata de una crisis en los principios rectores del modelo defensivo, sino de la necesidad de fortalecer su capacidad de prevención y respuesta para evitar que escenarios como el del 7 de octubre se reproduzcan nuevamente.

Por Sofía Kasirer, licenciada en RRII especializada en Medio Oriente contemporáneo.

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