Esta semana, el Ejército de Estados Unidos anunció la adjudicación de un contrato multianual por USD 9.800 millones a Lockheed Martin para la producción de 1.970 misiles PAC-3 MSE y equipamiento asociado. Se trata de la mayor compra de este tipo en la historia de la división Missiles and Fire Control de la compañía.
Este sistema de defensa, con tecnología “hit-to-kill”, tiene por misión interceptar misiles balísticos tácticos, de crucero, amenazas hipersónicas y aeronaves hostiles. Según la empresa los primeros envíos comenzarán en 2025, con más de 600 unidades previstas.
La magnitud del contrato responde a una creciente urgencia por reponer inventarios de defensa. Conflictos como los de Ucrania y Medio Oriente han tensionado las reservas, presionando por entregas más rápidas y mayor disponibilidad de misiles Patriot. Además, el Pentágono prevé que hacia 2027, la planta de producción alcance una capacidad de entre 650 y 750 interceptores por año.

En este marco, Lockheed construyó una instalación automatizada de 85.000 pies cuadrados en Camden, Arkansas, consolidando su capacidad interna de fabricación. Asimismo, el abastecimiento está respaldado por proveedores como Aerojet Rocketdyne y Boeing, ambos invirtiendo por su cuenta para atender los nuevos ritmos de producción.
Más allá del efecto inmediato sobre las capacidades militares de EE. UU., el contrato reafirma el compromiso para con los aliados que operan o planean operar el sistema Patriot, enviando una clara señal clara de respaldo e interoperabilidad. Adicionalmente, la escala que alcanzará su producción, junto con el desempeño certificado del misil, consolida al PAC-3 MSE como uno de los pilares de la defensa aérea de los países occidentales de cara a los próximos años.