El ambicioso programa, que busca desarrollar un nuevo caza europeo de sexta generación y un sistema de combate aéreo integrado con drones para 2040, enfrenta continuas tensiones entre los fabricantes implicados, principalmente Dassault Aviation (Francia) y Airbus (Alemania y España), por la distribución del trabajo y el control del proyecto.
“Lo importante para nosotros dos es que los proyectos representen la cooperación y la asociación franco-alemana, no el egoísmo nacional”, afirmó Pistorius. Por su parte, Lecornu sostuvo que la prioridad es responder a las necesidades de las fuerzas armadas, y no a los intereses industriales: “No estamos aquí para realizar operaciones industriales, sino para dotar a nuestros ejércitos de capacidades efectivas”.

El programa se encuentra en un momento crítico, ya que la próxima fase implica desarrollar un demostrador del futuro caza (Next Generation Fighter, NGF). Dassault, quien lidera el diseño del avión, demanda una mayor autonomía para la toma de decisiones y la elección de proveedores.
Por su parte, Airbus aboga por un modelo de cooperación similar al del Eurofighter Typhoon, donde los países comparten propiedad intelectual y las tareas se dividen de forma equitativa. El CEO de Dassault, Eric Trappier, se ha mostrado bastante crítico con este enfoque, afirmando que “a cada país le costó más fabricar el Eurofighter juntos que a Francia producir el Rafale”.
El presidente francés Emmanuel Macron y el canciller alemán Friedrich Merz abordaron el tema en Berlín esta semana, pero por el momento no se ha comunicado ningún avance. Ambos mandatarios encargaron a sus ministros de Defensa presentar un informe antes de agosto con “una perspectiva realista de cooperación”.
Añadiendo otro elemento a la controversia entre los socios del programa, Bélgica estaría reconsiderando su participación debido a las críticas de Trappier, quien cuestionó la decisión de Bruselas de comprar cazas F-35 estadounidenses mientras aporta USD 350 millones al desarrollo del FCAS. «Quieren los empleos del FCAS, pero compran en EE.UU., es bastante extraño» señaló el CEO de Dassault, a lo que el Ministro de Defensa belga, Theo Francken, respondió: “Bélgica es un aliado leal y no acepta lecciones de industriales arrogantes”.