El pasado lunes 28 de julio, fue aprobada oficialmente la Política Nacional de Construcción Naval 2025-2040 (PNCN), tras ser publicada en el Diario Oficial. Junto con la aprobación formal, se presentaron los objetivos estratégicos que persigue dicha política, así como los lineamientos y la visión que orientarán su implementación.
La historia de la humanidad ha demostrado la enorme importancia que tiene para una nación
la capacidad de construir buques que contribuyan a desarrollar su poder marítimo en todos sus
vectores. Esta capacidad requiere de consideraciones conscientes, decisiones activas y de un enfoque
estratégico como país.
Bajo esta premisa, el país trasandino busca darle impulso a su industria naval en el marco de una política a largo plazo cuyos fines abarcan la defensa nacional, la innovación tecnológica y el desarrollo económico. En esta línea, el documento publicado señala la importancia de esta industria no solo para la capacidad comercial y de defensa de los Estados sino también para el desarrollo tecnológico y el crecimiento económico.
Así, la PNCN apunta a convertir al sector de la construcción naval en un vector de la economía chilena, considerando el potencial de esta rama de la industria en la generación de empleos tanto directos como indirectos.
Una industria de construcción naval robusta y desarrollada necesariamente impacta de manera positiva en la economía, pues tiene el potencial de ser una fuente constante de generación de empleos, tanto directos como indirectos. Lo anterior impacta en el desarrollo educativo del país y permite impulsar la investigación científica y tecnológica.
En lo que respecta a la defensa nacional, el documento destaca las capacidades actuales de la industria naval chilena, cuyo principal exponente es la empresa Astilleros y Maestranzas de la Armada (ASMAR), que encabezó la fabricación del buque científico-antártico Almirante Viel. Sin embargo, afirma que es necesario un mayor desarrollo tecnológico para poder construir embarcaciones más complejas, como buques de combate.

De este modo, la PNCN busca mejorar las capacidades de construcción de ASMAR para satisfacer las necesidades materiales de la Armada chilena, dotando a la fuerza de unidades de superficie que estén equipadas con sistemas que sean mayormente de producción nacional. Además de fortalecer la industria naval chilena y contribuir a las capacidades militares, esto permitiría reducir la dependencia de proveedores extranjeros, en un contexto internacional, afirma el documento, en el que la proliferación de conflictos bélicos podría dificultar la disponibilidad de buques de guerra de segunda mano en el mercado internacional.
El pilar fundamental de esta nueva Política Nacional de Construcción Naval será el diseño e implementación de un Plan Nacional Continuo de Construcción Naval (PNCCN), un programa de desarrollo que abarcará la defensa nacional, la industria y la ciencia y tecnología.
Así, se busca desarrollar la capacidad de producir «unidades complejas de combate, auxiliares, marítimas y de apoyo logístico», con el objetivo de asegurar los medios que necesita la Armada, aumentar la cantidad de embarcaciones fabricadas en el país y promover la innovación y el desarrollo tecnológico en el sector naval.
La aprobación del PNCN representa un paso importante para la consolidación de una visión a largo plazo en torno al mar como el principal activo estratégico de un Estado con más de 4.000 kilómetros de costa. Con esta concepción, el fortalecimiento de la industria naval es una política que articula objetivos de seguridad, proyección internacional, innovación tecnológica y desarrollo económico.