Indonesia ha confirmado la compra de al menos 42 cazas Chengdu J-10C a China, en lo que constituye un giro histórico en su política de adquisiciones militares. El anuncio fue realizado por el ministro de Defensa, Sjafrie Sjamsoeddin, quien aseguró que los nuevos aviones “pronto sobrevolarán Yakarta”, aunque no dio detalles sobre fechas de entrega. El ministro de Finanzas, Purbaya Yudhi Sadewa, reveló que el gobierno aprobó un presupuesto superior a los USD 9.000 millones para la operación.
El J-10C, un caza polivalente de cuarta generación avanzada con capacidades aire-aire y aire-tierra, representa para China una oportunidad de fortalecer su presencia como proveedor militar fuera de su esfera inmediata. Para Indonesia, en cambio, supone una apuesta por la diversificación y la autonomía estratégica, en un contexto regional cada vez más complejo. El acuerdo se enmarca en el ambicioso plan de modernización impulsado por el presidente Prabowo Subianto, quien ha buscado equilibrar las relaciones del país en materia de defensa, firmando contratos con distintas potencias.
En los últimos años, Yakarta ha cerrado acuerdos con Francia, Turquía, Rusia y Estados Unidos. Entre ellos, se destacan la compra de 42 cazas Rafale franceses, 48 aeronaves furtivas KAAN de fabricación turca, dos submarinos Scorpene Evolved y 13 radares de defensa aérea Thales. Esta variada gama de proveedores refleja la intención de Indonesia de evitar la dependencia de un solo socio, manteniendo su histórica política de no alineamiento. Sin embargo, el contrato con China aporta un nuevo elemento a este escenario: por primera vez, el país apuesta por un sistema de armas (de tal magnitud) de origen chino.
En este marco, analistas locales advierten del costo político y geoestratégico de la operación. Beni Sukadis, investigador del Instituto Indonesio de Estudios de Defensa y Estrategia, citado por Bhaskar English, sostiene que el acercamiento militar con Pekín podría tener repercusiones en las relaciones con los vecinos del Sudeste Asiático y con Occidente. “Indonesia es un país políticamente no alineado, pero no debe subestimar el impacto de sus decisiones”, señaló el experto, en referencia al aumento de la influencia china en Asia.
En esta línea, un elemento importante a tener en cuenta es el tenso escenario en el mar de la China Meridional, lo que añade una dimensión delicada al acuerdo. Aunque Indonesia no se considera parte del litigio territorial, su zona económica exclusiva alrededor de las islas Natuna se superpone con la llamada “línea de nueve trazos” reclamada por China. En 2019 y 2020, incursiones de buques pesqueros y guardacostas chinos derivaron en tensiones diplomáticas y despliegues de fuerzas indonesias.