En un giro estratégico que evoca las tensiones de la Guerra Fría, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, aprobó una estrategia nuclear secreta que podría marcar el comienzo de una nueva era de competencia global. Este plan, conocido como Nuclear Employment Guidance, refleja un cambio en la postura de disuasión de Estados Unidos, enfocándose en la creciente amenaza que representan China, Rusia y Corea del Norte, llevando preocupación de que las relaciones internacionales están entrando en un período de volatilidad sin precedentes.
Biden y su estrategia nuclear secreta
El documento aprobado por Biden, que aún permanece como clasificado, ordena a las fuerzas estadounidenses prepararse para posibles enfrentamientos nucleares coordinados con China, Rusia y Corea del Norte. Este cambio en la estrategia de defensa de Estados Unidos no es casual; responde al rápido crecimiento del arsenal nuclear de China, que podría igualar o incluso superar al de Estados Unidos y Rusia en la próxima década. Bajo la dirección del presidente Xi Jinping, China dejó atrás su política de «disuasión mínima» y optó por una expansión acelerada de su capacidad nuclear.
Así, Washington no solo reconoce el poder creciente de China, sino también la posibilidad, antes impensable, de que estos países coordinen sus esfuerzos nucleares contra Estados Unidos. Con las recientes amenazas nucleares del presidente ruso Vladimir Putin y la creciente cooperación militar entre Rusia, China y Corea del Norte, Estados Unidos se enfrenta a un panorama nuclear más complejo y peligroso que nunca.
Amenazas y Nuevas Incertidumbres
La aprobación de esta estrategia refleja una realidad cada vez más inquietante: las amenazas nucleares ya no son solo una cuestión de disuasión bilateral entre Estados Unidos y Rusia. Nos encontramos ante un mundo donde múltiples actores nucleares podrían coordinar sus esfuerzos, aumentando el riesgo de un conflicto devastador. Como declaró Vipin Narang, subsecretario de Defensa en funciones para la política espacial, “el intermedio ha terminado y estamos claramente en el siguiente acto”, sugiriendo que la era de relativa calma nuclear que siguió a la Guerra Fría está llegando a su fin.
En este sentido, es claro que las tensiones entre Estados Unidos y sus adversarios nucleares están en su punto más álgido. La cooperación militar entre Rusia y China, junto con el desarrollo acelerado de armas nucleares por parte de Corea del Norte, obliga a Estados Unidos a revisar su estrategia de disuasión. La administración Biden reconoció que las antiguas suposiciones sobre la disuasión nuclear ya no son suficientes; en su lugar, se requiere una estrategia que aborde las complejidades de un mundo multipolar donde las amenazas nucleares pueden surgir de múltiples frentes al mismo tiempo.
¿Una Nueva Realidad?
La nueva dirección del Departamento de Defensa se basa en la premisa de que las alianzas entre adversarios nucleares pueden aumentar el riesgo de agresión coordinada. Esta posibilidad, antes considerada remota, ahora se ve como una amenaza real que podría desestabilizar aún más el equilibrio de poder global. Aunque los funcionarios de defensa en Washington reconocen que estas alianzas no son inevitables, sostienen que es vital que Estados Unidos esté preparado para responder a cualquier escenario.
Otro aspecto clave de esta estrategia es la preparación para responder a ataques nucleares limitados. El gobierno americano está tomado decisiones importantes en este sentido, incluyendo la continuación de programas como el misil de crucero lanzado desde el mar (SLCM-N), que refleja la necesidad de una disuasión más flexible y adaptativa. Además, la modernización del arsenal nuclear estadounidense es fundamental para asegurar que Estados Unidos pueda disuadir y, si es necesario, contrarrestar una amenaza nuclear en cualquier escenario regional.
Sin embargo, el mayor desafío actual radica en la percepción de que los esfuerzos de control de armamentos están en peligro de fracasar debido a la falta de cooperación de los adversarios de Estados Unidos. Abandonar por completo estos esfuerzos podría desencadenar una carrera armamentista nuclear aún más peligrosa, aumentando el riesgo de un conflicto global. En este contexto, Estados Unidos se encuentra en un dilema complicado, en donde debe prepararse para una competencia nuclear más álgida mientras busca evitar el desencadenamiento de una carrera armamentista.
De esta forma, la estrategia nuclear de Biden marca un cambio en la postura de disuasión de Estados Unidos, adaptándose a un mundo donde las amenazas nucleares son más diversas y complejas que en el pasado. Si bien este enfoque más competitivo puede ser necesario para enfrentar los desafíos actuales, también conlleva riesgos. La posibilidad de una carrera armamentista nuclear, el aumento de las tensiones globales y la erosión de los esfuerzos de control de armamentos son peligros que deben gestionarse con gran cuidado.