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Minería submarina: Los Fondos Marinos y Oceánicos como nuevo campo de batalla geopolítico

La minería submarina se posiciona como la nueva frontera geopolítica en la pugna hegemónica entre Estados Unidos y China, en este caso, por el acceso a minerales críticos para los sectores tecnológico, energético y de seguridad y defensa.

Publicado el 7 de julio de 2025 por Santiago Vera García
Minería submarina: Los Fondos Marinos y Oceánicos como nuevo campo de batalla geopolítico

El interés global por los recursos minerales que yacen en los fondos marinos y oceánicos está en auge. Ello se debe, principalmente, a dos imperativos estratégicos: por un lado, la creciente necesidad de minerales críticos, esenciales en los sistemas energéticos, tecnológicos y de seguridad y defensa; y, por el otro, la intensificación de una nueva dinámica de conflicto que está siendo denominada «guerra submarina». La forma en que estas dinámicas se desarrollen tendrá un impacto significativo en el acceso y la eficiencia de las cadenas de suministro de estos minerales críticos.

En este sentido, los nódulos polimetálicos (acumulaciones sólidas de minerales que se forman en los fondos marinos y oceánicos a profundidades de entre 4.000 y 6.000 metros) representan una vasta fuente de estos minerales críticos, incluyendo níquel, cobalto, manganeso y cobre.

Se estima que la demanda global de níquel, cobalto y elementos de tierras raras, por citar algunos, podría duplicarse para 2040, en el marco de un escenario de emisiones netas cero. Por ello, los defensores de la minería en aguas profundas argumentan que puede ayudar a satisfacer la necesidad mundial de minerales críticos, una demanda que probablemente seguirá creciendo a medida que los países inviertan cada vez más capital financiero y humano en descarbonización, digitalización, defensa e infraestructura crítica.

Distribución de los recursos minerales críticos en las profundidades marinas. Fuente: World Resources Institute

El marco regulatorio internacional

Si bien las naciones pueden realizar minería en aguas profundas en el marco de sus plataformas continentales(y sus respectivas Zonas Económicas Exclusivas -ZEE-), donde las operaciones se rigen por políticas y normas nacionales, la mayor parte del interés se concentra en “La Zona”, es decir, los fondos marinos y oceánicos fuera de los límites de las jurisdicciones nacionales. Este vasto espacio abarca aproximadamente el 60% del total de los fondos marinos y oceánicos.

Según el Artículo 136 de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR), «La Zona y sus recursos son patrimonio común de la humanidad«. Esto implica que ningún Estado o entidad puede reivindicar soberanía o apropiarse de parte alguna de «La Zona» o sus recursos, salvo de conformidad con la Convención internacional.

La Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA, por sus siglas en inglés) es el organismo encargado de controlar las actividades relacionadas con los recursos minerales en «La Zona», incluyendo el desarrollo de regulaciones de exploración minera, la emisión de contratos de operación a entidades patrocinadas por Estados miembros de la CONVEMAR, y la supervisión de las operaciones mineras. Tras años de negociaciones, se espera que la ISA adopte este año un conjunto final de regulaciones que regirán las operaciones mineras comerciales responsables en aguas internacionales, de lo cual dependerá en gran medida el futuro de la industria.

La “guerra submarina” entre grandes potencias

La competencia entre las grandes potencias se ha expandido a nuevas arenas. En este marco, los fondos marinos y oceánicos son uno de los nuevos campos de batalla geopolíticos. Aquí convergen la competencia por los recursos, la seguridad de la infraestructura y las capacidades militares.

El valor estratégico del lecho marino es innegable desde la colocación de cables submarinos en el siglo XIX, que hoy son la base de la infraestructura de telecomunicaciones global. Un ataque a solamente uno de los aproximadamente 600 cables submarinos existentes podría interrumpir el acceso a Internet y los suministros de energía para millones de personas. Ejemplos recientes de esta vulnerabilidad incluyen la interrupción de cables telegráficos alemanes por parte de los británicos en la Primera Guerra Mundial, operaciones de inteligencia estadounidenses durante la Guerra Fría para interceptar cables soviéticos, las explosiones de los gasoductos Nord Stream I y Nord Stream II en 2022, y una serie de incidentes contra cables submarinos en el Mar Báltico entre 2023 y 2024.

Actualmente, China y Estados Unidos serían las grandes potencias interesadas en incrementar sus capacidades de minería submarina en el marco de la competencia global por el control de minerales críticos y sus cadenas de valor.

La estrategia china

Por un lado, China es miembro de la CONVEMAR y de la ISA, y ejerce una influencia significativa sobre esta última al ser su principal fuente de financiación y reunir regularmente a expertos técnicos de países en desarrollo.

A través de empresas estatales como China Minmetals, China Ocean Mineral Resource R&D Association y Beijing Pioneer Hi-TechChina ya ha firmado cinco contratos de exploración con la ISA, abarcando nódulos polimetálicos, costras y cúmulos de sulfuros en los océanos Pacífico e Índico.

China estaría interesado en reducir su gran dependencia de proveedores extranjeros de materia prima, ya que, si bien controla gran parte de las etapas de procesamiento y refinación de minerales críticos, no es así en la minería directa de algunos de ellos. Citando un ejemplo, la asociación estratégica de China con las Islas Cook en minería de aguas profundas plantea desafíos geopolíticos sensibles, dado que los minerales submarinos de estas islas se encuentran directamente sobre cables de telecomunicaciones clave que conectan a Estados Unidos con Australia y Nueva Zelanda.

Reunión entre el primer ministro de las Islas Cook, Mark Brown (izquierda), y el primer ministro chino, Li Qiang (derecha)

Además, China ha utilizado su posición dominante en las cadenas de valor de minerales críticos para detener exportaciones hacia países del bloque occidental, como sucedió en 2010 tras un altercado entre un buque pesquero chino y la guardia Costera Japonesa, que resultó en la restricción de la exportación de elementos de tierras raras hacia Japón. También, China limitó en julio de 2023 las exportaciones de galio, germanio y productos de grafito a países occidentales; y, en agosto de 2024, impuso restricciones a la exportación de antimonio, citando preocupaciones de soberanía nacional y seguridad.

La estrategia estadounidense

Por el otro, Estados Unidos no es parte de la CONVEMAR ni miembro de la ISA, lo que limita su capacidad para influir en las leyes y regulaciones internacionales de este sector. No obstante ello, existe un interés marcado, tanto desde el sector gubernamental como del empresarial, en desarrollar nuevas capacidades de procesamiento y refinación de los minerales presentes en los nódulos polimetálicos para aumentar la resiliencia de sus cadenas de suministro, muchas de las cuales dependen de China.

La Zona de Fractura de Clarion-Clipperton (CCZ, por sus siglas en inglés), ubicada en el Océano Pacífico entre México y Hawái, es un punto de gran atracción para Estados Unidos por ser de las más ricas del mundo en nódulos polimetálicos. Cubriendo un área de aproximadamente 1.000.000 km2 (aproximadamente la superficie de Egipto), la zona ya cuenta con contratos de exploración para 17 empresas.

Nódulos minerales en el fondo marino de la Zona Clarion-Clipperton

Factores como la proximidad a la CCZ, la disponibilidad de electricidad de bajo costo, la presencia de puertos de aguas profundas, la vasta experiencia metalúrgica estadounidense y los incentivos financieros (como los créditos fiscales de la Ley de Reducción de la Inflación) impulsan la industria de minería submarina en Estados Unidos.

Recientemente, el actual presidente Donald Trump firmó una Orden Ejecutiva que impulsa la minería de aguas profundas como parte de un esfuerzo para asegurar minerales críticos, abarcando tanto la plataforma continental estadounidense, como “La Zona”. Esta orden revivió la Ley de Recursos Minerales Duros del Fondo Marino Profundo de 1980 (DSHMRA, por sus siglas en inglés), lo que podría impulsar la minería unilateral estadounidense en “La Zona”. Ello es así ya que el actual gobierno estadounidense ha catalogado a la minería y su proceso productivo como una necesidad de «seguridad nacional», tanto para la industria para la defensa como para la transición energética.

Desafíos de la minería submarina

La expansión de la minería submarina presenta una serie de desafíos significativos a nivel global. En primer lugar, diversas preocupaciones ambientales. Aunque la exploración está en etapas tempranas, la evidencia científica presenta un panorama en el que la actividad puede generar daño directo sobre los organismos vivos de aguas profundas; alteración del ciclo de carbono del océano y de la captura de carbono de organismos microscópicos presentes en aguas profundas; contaminación acústica y lumínica en un entorno naturalmente oscuro y silencioso; e impactos sobre la práctica pesquera; entre otros.

En segundo lugar, existe incertidumbre con respecto a la factibilidad económica, social y de gobernanza de la minería submarina. Las empresas mineras se enfrentan a la volatilidad de los precios de los metales y a la incertidumbre sobre la regulación de la ISA. La práctica, por otro lado, podría generar un impacto negativo en los países en desarrollo dependientes de la extracción de minerales terrestres, debido a una posible presión a la baja sobre los precios.

En tercer lugar, otro aspecto a considerar es la seguridad marítima. La protección de buques mineros y de transporte en aguas internacionales, la aplicación de derechos de explotación y los problemas de piratería surgirían como desafíos propios de la minería submarina.La minería submarina se posiciona como la nueva frontera geopolítica en la pugna hegemónica entre Estados Unidos y China, en este caso, por el acceso a minerales críticos para los sectores tecnológico, energético y de seguridad y defensa.

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