Italia se prepara para reforzar su capacidad de defensa frente a un escenario de amenazas crecientes y cada vez más irregulares. El ministro de Defensa, Guido Crosetto, propuso la creación de una nueva unidad cívico-militar de hasta 5.000 efectivos para hacer frente a los ataques híbridos que, según afirmó en un informe estratégico publicado este martes, ya forman parte del entorno cotidiano de seguridad. La iniciativa surge en un contexto europeo marcado por incidentes sospechosos en infraestructuras críticas y episodios como las reiteradas incursiones de drones de fabricación rusa en espacio aéreo de la OTAN.
El documento presentado por Crosetto advierte que los ataques híbridos ya no son hechos aislados sino que se han convertido en un «fenómeno estructural». En esta línea, el término «guerra híbrida» hace referencia a una estrategia que combina herramientas diplomáticas, informativas, económicas, militares y cibernéticas con el fin de desestabilizar un país sin llegar a una confrontación abierta. El ministro sostiene que la opinión pública se ha convertido en un terreno de disputa central, donde la desinformación y la manipulación se utilizan para menoscabar la confianza de los ciudadanos en las instituciones y debilitar a las alianzas occidentales.
Según el informe, Italia enfrenta riesgos en materia energética, aeroportuaria y de infraestructura crítica, a lo que se suma una sociedad políticamente polarizada y vulnerable a campañas de desinformación. En 2024 el país registró 1.979 ciberataques, lo que implica un incremento del 40% respecto al año anterior. La tendencia continuó en 2025, con un aumento del 53% en el primer semestre, siendo el sector sanitario y el manufacturero los principales objetivos.
Otro fenómeno señalado como una estrategia de guerra híbrida son los intentos de interferencia en procesos democráticos. El informe advierte que actores hostiles emplean desinformación, contenidos falsificados y técnicas de segmentación para influir en los votantes durante ciclos electorales. Ante este escenario, la respuesta europea ha incluido herramientas regulatorias impulsadas por la UE, como la Caja de Herramientas FIMI, el mecanismo IPCR y las directrices para plataformas digitales, aunque el propio informe reconoce que la magnitud del desafío sobrepasa a los Estados cuando actúan de forma aislada.
Crosetto también identifica un frente económico que considera central dentro de la guerra híbrida. La gran dependencia europea de materiales críticos importados de China y de rutas marítimas estratégicas como el Mar Rojo constituye, según el ministro, una vulnerabilidad que requiere políticas de mitigación. Italia, particularmente, importa alrededor del 47% de sus materias primas esenciales, y el desvío de rutas comerciales debido a los ataques hutíes en 2024 y 2025 expuso el riesgo que implica esta dependencia.
Por otro lado, está el incremento de episodios confusos, como drones no identificados sobrevolando infraestructuras energéticas en Europa e interferencias en sistemas de navegación, como la registrada en el vuelo de la presidente de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en septiembre de 2025. Estos elementos refuerzan la percepción de una zona gris en la que actores tratan de generar daño pero evitando una escalada militar o una confrontación directa.
En este marco, Crosetto propone la creación de una unidad cívico-militar operativa de manera permanente, con personal especializado disponible las veinticuatro horas, todos los días del año. Comenzaría a funcionar con unos 1.200 efectivos e iría aumentando gradualmente hasta alcanzar los 5.000. Adicionalmente, el ministro plantea la creación de un Centro Nacional de Respuesta a la Guerra Híbrida para coordinar el accionar de todas las áreas del Estado ante este tipo de amenazas.
