El presidente de Rusia, Vladimir Putin, ofreció a su par estadounidense, Donald Trump, una prórroga de un año del tratado New START, que limita los arsenales estratégicos nucleares de ambas potencias y expira en febrero de 2026. La propuesta contempla mantener los términos actuales del acuerdo hasta 2027 siempre que Washington acepte las mismas condiciones, en un intento de ganar tiempo y evitar que expire el último pacto bilateral en materia de limitación de armas estratégicas.

Putin defendió la prórroga como una forma de preservar la estabilidad estratégica y evitar una nueva carrera armamentística, aunque condicionó la iniciativa a que Estados Unidos no despliegue sistemas que puedan alterar el equilibrio nuclear, como defensas antimisiles avanzadas o interceptores espaciales. En este marco, el Kremlin advirtió que sin un marco de entendimiento, el riesgo de una escalada en el desarrollo de armamento aumentaría considerablemente.

En Washington la propuesta aún no recibió una respuesta oficial, aunque en el pasado Trump expresó que no sería conveniente dejar expirar el tratado sin un reemplazo, al tiempo que buscaba sumar a China a futuras negociaciones de control de armas. Pekín, sin embargo, se ha negado a integrarse a un pacto de este tipo, por lo que de momento no es muy probable un acuerdo tripartito.

Moscú y Washington mantienen relaciones deterioradas por la guerra en Ucrania, las sanciones occidentales y las crecientes tensiones militares en Europa del Este. Analistas interpretan la iniciativa de Putin como un gesto táctico para proyectar a Rusia como un actor responsable en materia nuclear, separar parcialmente este tema de otros frentes conflictivos y empujar a Estados Unidos para moderar ciertas políticas que Moscú considera desestabilizadoras.

De este modo, la propuesta rusa representa una modesta oportunidad de preservar el último gran acuerdo de control nuclear vigente. Si Washington acepta, ambas potencias dispondrían de un año adicional para explorar un tratado sucesor.