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Seguridad, poder y alianzas: el nuevo escenario tras el 7 deoctubre

El ataque del 7 de octubre de 2023 marcó un punto de quiebre con consecuencias que aún definen la política y la seguridad en Medio Oriente. La ofensiva de Hamás derivó en una guerra de múltiples frentes y aceleró las tensiones regionales. Dos años después, el impacto del 7 de octubre se proyecta más allá de Medio Oriente, influenciando la agenda de seguridad global y el modo en que países como Argentina reorientan su inserción internacional hacia marcos de cooperación con Occidente.

Publicado el 6 de octubre de 2025 por Sofía Kasirer
Seguridad, poder y alianzas: el nuevo escenario tras el 7 deoctubre

Desde Hezbollah en Líbano hasta los hutíes en Yemen, distintos grupos integran una red concebida para ampliar la influencia iraní y sostener una presión constante sobre Israel. El ataque del 7 de octubre confirmó que esa estructura no es solo política, sino también operativa, y que puede activarse de manera coordinada en distintos escenarios.

El 7 de octubre constituyó una agresión de carácter atroz, ejecutada con un alto grado de planificación y coordinación. Los ataques de Hamás contra comunidades israelíes en el sur del país, que incluyeron asesinatos, secuestros y destrucción deliberada, revelaron una capacidad operativa sostenida y un propósito político definido: quebrar la sensación de seguridad interna y alterar el equilibrio regional. Desde entonces, Gaza pasó a ocupar el centro de una confrontación que desbordó sus fronteras. Las operaciones de Israel, las acciones de Hezbollah en el norte y los incidentes registrados en el Mar Rojo confirmaron la apertura de una etapa distinta: una guerra indirecta, extendida en varios frentes y sostenida por una red de actores interconectados.

Frente al nuevo mapa de amenazas regionales

Desde los días posteriores al ataque, Israel adoptó una estrategia que combina operaciones convencionales con acciones de inteligencia y coordinación internacional. Las Fuerzas de Defensa de Israel concentran sus operaciones en debilitar la estructura militar de Hamás en Gaza y, en paralelo, contener las amenazas procedentes del norte y de otros frentes activos en la región.

La expansión de la tensión también provocó un reacomodamiento diplomático. Estados Unidos mantuvo su apoyo tradicional, mientras otros actores regionales intentaron contener la escalada. A mediados de 2024, la dinámica se modificó: Israel e Irán se enfrentaron de manera directa, con ataques limitados y de alta precisión. Ese episodio marcó el punto más alto de la confrontación abierta y confirmó que el conflicto ya no era sólo indirecto: la secuencia de ataques y contraataques reveló que la competencia había superado el nivel de las operaciones delegadas.

Israel llevó a cabo operaciones que reflejaron su capacidad de planificación y adaptación tecnológica. Algunas de ellas incluyeron ataques de precisión contra infraestructuras estratégicas vinculadas al programa nuclear iraní, concebidos para limitar la expansión de su capacidad militar. Estas acciones, combinadas con operaciones encubiertas y de inteligencia, mostraron un alto nivel de coordinación entre distintos organismos del Estado y confirmaron la continuidad de una política preventiva orientada a neutralizar amenazas mediante la disuasión.

Dos años después, en 2025, el conflicto sigue abierto, aunque bajo un escenario distinto. Israel mantiene el control de los principales frentes y una estrategia defensiva activa frente a los focos de tensión que persisten en la región. En este contexto, el presidente Trump presentó el Comprehensive Plan to End the Gaza Conflict, una propuesta para establecer un alto el fuego y una administración transitoria en Gaza con participación palestina e internacional. El plan también prevé medidas para la liberación de rehenes, la reconstrucción de infraestructura básica y la creación de un programa de desarrollo económico; representa, al menos en el plano político, un intento de abrir un espacio de negociación distinto en un conflicto que continúa sin una solución definitiva.

Argentina, Israel y la reconfiguración del alineamiento occidental

En el plano internacional, el impacto del 7 de octubre trascendió Medio Oriente. Las respuestas diplomáticas posteriores evidenciaron un reacomodamiento en distintas regiones, y América Latina no fue una excepción. En este contexto, la relación entre Israel y Argentina adquirió nueva relevancia.

El cambio de orientación política en Buenos Aires a partir de diciembre de 2023 coincidió con una
etapa de redefinición global. Argentina expresó su condena al terrorismo y manifestó respaldo al derecho de Israel a garantizar su seguridad, en línea con su reposicionamiento hacia una política exterior vinculada al mundo occidental.

El gobierno de Javier Milei impulsó una política exterior centrada en alianzas estratégicas con Estados Unidos e Israel como principales aliados. Esa orientación contrasta con etapas anteriores de ambigüedad o distanciamiento, en particular con la firma del Memorándum de Entendimiento con Irán en 2013, que generó una fractura profunda en la política argentina y un amplio rechazo tanto a nivel interno como internacional.

El acuerdo contemplaba la creación de una “Comisión de la Verdad” integrada por juristas internacionales y la posibilidad de realizar interrogatorios en Teherán, lo que implicaba la participación conjunta de autoridades argentinas e iraníes en una causa donde funcionarios de ese país estaban acusados. Al abrir un canal político con un régimen señalado por la justicia argentina como responsable de los atentados contra la Embajada de Israel en 1992 y la AMIA en 1994, Argentina terminaba debilitando su propio reclamo de justicia y proyectando una señal de ambigüedad frente al terrorismo internacional y la defensa de los principios de verdad y responsabilidad estatal.

El cambio de enfoque actual busca revertir ese daño institucional y diplomático, reconstruyendo la confianza con los aliados tradicionales de Occidente; se reafirma un compromiso claro con la cooperación internacional en materia de seguridad, innovación y defensa frente a amenazas comunes.

A dos años del ataque, el entorno regional continúa marcado por una disputa de poder sostenida, en
la que Israel combina defensa y prevención para mantener la estabilidad frente a amenazas persistentes. En ese contexto, el vínculo bilateral con la Argentina se integra a una red de cooperación más amplia, orientada a la seguridad, la innovación y la consolidación de una agenda común con los principales aliados de Occidente.

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