Ante la escasa variedad de opciones para responder a los bombardeos de sus instalaciones nucleares, la República Islámica podría considerar la alternativa de obstruir el Estrecho de Ormuz, afectando considerablemente el comercio marítimo de petróleo y provocando perturbaciones en la economía mundial. Sin embargo, una decisión de tal magnitud traería graves consecuencias para Teherán.

Desde el inicio de las hostilidades con Israel, Irán ha amenazado con bloquear el Estrecho de Ormuz, ante la falta de para responder de manera convencional. Con 33 kilómetros de ancho en su punto más angosto, y ubicado entre Omán e Irán, constituye una ruta comercial fundamental, donde a diario transita una quinta parte del comercio mundial de petróleo. Los Estados miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), dependen en gran medida del Estrecho de Ormuz para sus exportaciones de crudo.

Mientras tanto, la Quinta Flota de la Marina estadounidense, con asiento en Baréin, es la encargada de asegurar la libertad de navegación y preservar el comercio marítimo en la región.

Durante la guerra entre entre Irán e Irak en los 80´, ambos países desplegaron minas navales en el Golfo Pérsico, perturbando el comercio marítimo internacional, sin llegar a cerrar completamente el estrecho. Ahora, la República Islámica podría colocar minas o atacar directamente embarcaciones con misiles para interrumpir el tráfico.

Sin embargo, así como el Estrecho de Ormuz es vital para las exportaciones de petróleo de los países árabes, también es la arteria que conecta la economía iraní con el resto del mundo, por lo que una posible obstrucción sería un arma de doble filo. Más del 80% del petróleo iraní se exporta a través de dicha ruta marítima, lo que añade otro factor limitante a la lista de opciones para responder a los ataques.