Al Sharaa, de 42 años, llegó al poder luego de que sus fuerzas, agrupadas en torno a Hayat Tahrir al-Sham (HTS), derrocaran al gobierno de Bashar al Assad. Anteriormente conocido como Abu Mohammad al-Golani y designado durante años como terrorista por Washington, rompió con Al Qaeda en 2016 y comenzó a consolidar su autoridad política y territorial. Estados Unidos retiró en diciembre la recompensa de USD 10 millones por su captura y, hace solo unos días, lo eliminó de la lista de “Terroristas Globales Especialmente Designados”.
Desde su llegada al poder, una de las prioridades del nuevo liderazgo sirio ha sido recomponer la posición internacional del país y entablar buenas relaciones con las principales potencias. Su primera reunión de alto nivel se produjo en Ankara, donde dialogó con el presidente turco Recep Tayyip Erdogan sobre mecanismos para estabilizar la frontera norte y reabrir corredores comerciales. Pocos meses después viajó a Doha para mantener encuentros con autoridades de Qatar y Arabia Saudita, lo que marcó el inicio de un acercamiento con las monarquías del Golfo tras años de tensiones.
Posteriormente, se reunió en París con el presidente Emmanuel Macron, y luego visitó Moscú para un encuentro cara a cara con Vladimir Putin, en un intento de ordenar las relaciones de Siria con las potencias extrarregionales luego de la hecatombre que significó la caída de Assad. Si bien Moscú mantiene presencia militar en Siria, el encuentro reflejó un entendimiento pragmático respecto al nuevo equilibrio.

En septiembre, Sharaa se dirigió a la Asamblea General de la ONU en Nueva York, donde expuso por primera vez en calidad de jefe de Estado, en un gesto simbólico de normalización institucional. Su reunión con la directora del FMI, Kristalina Georgieva, en Washington este fin de semana apunta en la misma dirección, sentar las bases para poder recurrir a asistencia financiera.
De este modo, la reunión con Trump constituye otro paso en este recorrido orientado a consolidar legitmidad internacional y abrir canales de diálogo. La relación con Estados Unidos representa un eje central de esta estrategia. Washington está mediando conversaciones para un posible entendimiento de seguridad entre Siria e Israel, que incluiría el establecimiento de una presencia militar estadounidense en una base aérea cercana a Damasco.

Uno de los temas principales a abordar será el levantamiento de sanciones. Si bien Trump expresó su apoyo a la eliminación de restricciones, hay cuestiones que dependen del Congreso. Según estimaciones del Banco Mundial, la reconstrucción de Siria, devastada luego de más de una década de guerra civil, demandaría más de USD 200.000 millones. Además, se espera que Siria se una a la coalición contra el Estado Islámico, liderada por Estados Unidos.
Los dos mandatarios se vieron las caras por primera vez en mayo, en Arabia Saudita, en el marco de la gira del presidente estadounidense por Medio Oriente. En aquella ocasión, Trump elogió a Al Sharaa cuando habló con la prensa. «Es joven, atractivo, un tipo duro. Tiene un pasado fuerte, un pasado muy fuerte; es un luchador. Tiene muchas posibilidades de mantenerse firme», expresó el líder norteamericano.
